El Sexto Imam, Yafar Ibn Muhammad As-Sadiq (as)
Maltrato del Imam Yafar Sadiq (as)
A pesar de todas estas atrocidades contra los Descendientes del Imam Hasan (as), el Imam Yafar As-Sadiq (as) continuó propagando en silencio las enseñanzas de Ahlul Bayt. Como resultado, incluso aquellos que no lo reconocieron como un imán infalible, ni conocían su prestigio o linaje, se inclinaron ante su conocimiento y se enorgullecieron de ser contados entre sus alumnos.
Mansur, el califa abasí, quería eliminar la estima en que el pueblo tenía al imam. Trató de traer eruditos para competir con él, pero todos ellos demostraron ser incapaces de discutir y tener éxito incluso con sus propios estudiantes.
Estos llamados Ulemas de Durbar admitieron que sus contrapartes habían adquirido el conocimiento religioso de los descendientes del Profeta. El arrogante califa los ignoró y continuó socavando la popularidad y el respeto del Imam por otros medios. De no ser así, decidió acosarlo, arrestarlo o asesinarlo. En cada pueblo y ciudad se apostaron agentes contratados para monitorear las actividades de los seguidores del Imam.
Fue en este momento que a estos seguidores se les dio el nombre de Rafidhoon, es decir, los rechazadores. Fue Mansur quien acuñó la palabra Ahlal Sunna wal Jama'ah para promover una secta contra los seguidores de Ahlul Bayt (Ver Amir 'Ali, el Espíritu del Islam). Cualquiera que fuera encontrado apoyando al Imam sería arrestado, encarcelado o asesinado.
El propio imán fue convocado desde Medina a Bagdad, la recién fundada capital del régimen abasí. Hasta entonces era Kufa, cuando fue trasladado desde Damasco tras la caída de los omeyas. Cinco veces fue llevado de Medina a Bagdad, interrogado o acosado de una forma u otra.
Mansur nunca pudo encontrar motivos suficientes para ordenar su encarcelamiento o asesinato. Por otra parte, la consiguiente estancia del Imam en Irak no hizo más que ampliar el círculo de quienes querían aprender de él las enseñanzas de Ahlul Bayt. Al darse cuenta de esto, Mansur lo envió de regreso a Medina. Incluso allí, el Imam no se salvó de la persecución y el acoso.
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