La guerra de Gaza, con todo el sufrimiento que ha supuesto para el pueblo palestino oprimido y el dolor que ha causado a toda persona consciente, ha puesto de manifiesto la verdadera naturaleza de muchos lemas y conceptos en Europa y Estados Unidos. Términos como “democracia”, “derechos humanos” y, lo más importante, “libertad de expresión”. Los gobiernos occidentales, que desde hace mucho tiempo han defendido la libertad de expresión, suelen utilizar sanciones, declaraciones y expresiones de preocupación en los foros internacionales como palanca contra otras naciones. Sin embargo, la guerra de Gaza ha demostrado que los papeles de acusador y acusado se han invertido erróneamente, y que ahora es la democracia liberal la que debe responder por violar la libertad de expresión. Los acontecimientos de los últimos nueve meses demuestran claramente esta cuestión.
En los días posteriores al 7 de octubre y a la operación de inundación de Al-Aqsa, numerosos periodistas y reporteros criticaron los crímenes del régimen sionista en Gaza. Estas críticas fueron recibidas con duras respuestas de los gobiernos y de los propietarios sionistas de los medios de comunicación. Lama Al-Arian, periodista de Vice News, escribió: "He escuchado en privado de muchos colegas occidentales que incluso tuitear sobre la crisis humanitaria en Gaza podría dejarlos sin empleo, por eso han guardado silencio". A medida que el número de críticos de Israel aumentó en Occidente, más periodistas fueron despedidos. Entre ellos, Michael Eisen, editor de la famosa revista eLife, y Hosam Salam, fotógrafo del New York Times, quienes perdieron sus trabajos por apoyar a Palestina.
Hace apenas unas semanas, durante el apogeo de las protestas estudiantiles en apoyo de Palestina en las universidades estadounidenses, la pretensión occidental de libertad de expresión quedó una vez más al descubierto. Según las últimas estadísticas, más de 3.200 estudiantes, incluidos alrededor de 100 profesores universitarios, fueron arrestados por la policía y las fuerzas de seguridad durante estas protestas en los Estados Unidos. En los últimos meses, han surgido numerosos informes sobre estudiantes y profesores expulsados por apoyar a Palestina. Uno de los últimos incidentes involucró la suspensión de tres administradores de la Universidad de Columbia por supuestamente enviar mensajes de texto antisionistas. Esta universidad tiene una larga historia de violación de la libertad de expresión y, después del 7 de octubre, incluso prohibió a grupos como Jewish Voice for Peace (JVP) operar en el campus.
Además, las celebridades del mundo del arte y el deporte en Occidente no se han librado de este claro conflicto entre la democracia liberal y la libertad de expresión. Melissa Barrera, la actriz principal de la famosa serie de películas Scream, fue expulsada del proyecto simplemente por publicar en las redes sociales en apoyo de Gaza. De manera similar, el futbolista holandés Anwar El Ghazi fue expulsado del equipo de fútbol alemán Mainz por protestar contra las acciones sionistas en Gaza.
Incluso las autoproclamadas democracias liberales que abogan por la libertad de expresión luchan por tolerar a los políticos que critican las acciones del ejército israelí en Gaza. Por ejemplo, hace unos meses, la congresista Rashida Tlaib enfrentó la condena de 234 miembros del Congreso de los Estados Unidos por sus comentarios antisionistas, y muchos pidieron su expulsión.
Las acciones recientes de las principales empresas tecnológicas ponen de relieve aún más que el sector privado en Occidente no se diferencia de los gobiernos en lo que respecta a restringir la libertad de expresión. Google despidió a 20 empleados por participar en protestas en apoyo a Palestina y por realizar sentadas contra la colaboración con empresas sionistas. Recientemente, Meta prohibió el uso de la palabra "sionista" en sus plataformas.
Las autoridades occidentales incluso han criminalizado el uso de símbolos de la Resistencia como la keffiyeh en muchas ciudades, exagerando con sus acciones. Más sorprendente aún es la reciente aprobación por parte del Parlamento alemán de la prohibición del "triángulo rojo invertido", un símbolo de la Resistencia Palestina durante la guerra de Gaza.
En un mensaje a la 58ª reunión de la Unión de Asociaciones de Estudiantes Islámicos en Europa, el Líder de la Revolución Islámica destacó la "incapacidad de la democracia liberal para establecer la libertad de expresión". Esta incapacidad se ha vuelto evidente para todos después de la guerra de Gaza, revelando que Occidente ya no puede acusar a varias naciones de violar la libertad de expresión como solía hacerlo. La gente de todo el mundo entiende ahora que la libertad de expresión occidental no es tan valiosa como se afirma, y que la democracia liberal es la mayor violadora de la libertad de expresión a nivel mundial.
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