Historias de los arrepentidos(parte 5)

Mar, 03/13/2018 - 06:47
arrepentimiento

 Dios nos conoce bien, Él es nuestro Creador. Él no nos abandonó a nuestra propia naturaleza imperfecta, Él nos proporciona innumerables oportunidades para que nos volvamos hacia Él en busca de perdón. De hecho, Dios ama que sintamos remordimiento y acudamos a Él buscando Su perdón para hallar así reposo en estos articulos intentamos indicar a las historias de los arrepentidos que inshaAllah beneficiamos todos.
El arrepentimiento de un ladrón
Una noche tuve el honor de ofrecer mi oración en la ciudad santa de Qom detrás del honorable sabio y profesor de ética ya fallecido Hâÿÿ Rizâ Bahâuddini. Después de la oración le dije a esta honorable persona, “necesito su consejo e invaluables palabras”. Me dijo, “deposita toda tu esperanza en Dios Todopoderoso, el Siempre Dador. Él no le niega a nadie Su cuidado y Misericordia. Él mismo prepara el camino y los medios para la guía de Su gente”. Seguidamente mencionó una hermosa historia narrada por un caravanero de Aromía, al norte de Irán, quien traía con él una caravana de peregrinos y viajeros a la santa ciudad de Mashhad cada año. El caravanero había dicho, el viaje en automóvil ha comenzado recientemente. Un viajero en el tiempo de antes llevaba su equipaje consigo porque para entonces los carros eran camiones. Los viajeros acumulaban su equipaje al lado suyo.
En uno de los viajes para visitar la mezquita del Imam Rizâ (P) había treinta viajeros conmigo en el camión. Nuestro viaje estaba planeado para realizarse a principios de la siguiente semana. Yo vi al Imam Rizâ (P)en mi sueño. Me dijo con especial cariño y amor, “trae contigo en este viaje a Ibrahim, el ladrón que roba los bolsillos de los viajeros”. Me desperté atónito. Medité sobre la razón por la cual el Imam (P) me había dicho que trajera a ese hombre licencioso quien era famoso por su maldad y cuya fama entre la gente era malísima. Pensé que este sueño era sólo uno de esos que no son ciertos, que lo confunden a uno. La segunda noche vi el mismo sueño, sin embargo no le presté atención. En la tercera noche vi que el Imam (P) estaba enojado. Me dijo con voz enojada, “¿por qué no has hecho lo que te he pedido?”.
Al viernes siguiente me dirigí al sitio donde la gente licenciosa se reunía. Vi a este Ibrahim con ellos. Lo invité a que visitara la Mezquita del Imam Rizâ (P). Se asombró mucho y me dijo, “la Mezquita del Imam Rizâ no debe ser visitada por gente corrompida por el pecado como yo. Hay muchos piadosos. Por favor exceptúame de ese viaje”. Le insistí pero no aceptó. Luego me dijo muy enojado y cortantemente, “no tengo el costo del viaje. En efecto, tengo treinta reales los cuales obtuve ilegalmente. Los he robado de una pobre anciana”. Le dije, “no quiero que me pagues nada. Soy responsable de tu ida y vuelta. Eres mi invitado especial”. Al fin aceptó venir conmigo a Mashhad. Se decidió que la caravana saldría el domingo.
Arreglamos todo y se inició el viaje. Todos los viajeros estaban aterrados por la presencia de Ibrahim, el ladrón, entre ellos,  pero nadie se atrevía a preguntar nada.
El carro se movía con todos estos viajeros y sus equipajes por el camino a través de montañas y valles. Llegamos cerca de Zaidar. Era un área peligrosa pues era el lugar de los piratas terrestres turquíes. De pronto vimos que la vía fue cerrada por uno de estos hombres. El carro se detuvo y el hombre se subió. Les gritó a los viajeros, “echen todo su dinero en esta bolsa y no se resistan porque los mataré”.
El hombre tomó todo el dinero que tenían los viajeros y el conductor y se fue. El carro prosiguió y después de varias horas llegó a Zaidar. Se detuvo frente a un café. Los viajeros se bajaron y se sentaron entristecidos por lo que les había sucedido. El más triste era el conductor que dijo, “no me queda nada de dinero. No tengo ni para la gasolina ni los gastos del carro. Así que es muy difícil que lleguemos a nuestro destino”. Se echó a llorar. Ibrahim, el ladrón, sacó un rollo de billetes de su bolsillo y le dijo al conductor, “¿cuánto te robó ese hombre?”. El conductor mencionó cierta cantidad e Ibrahim se la dio. Luego Se dirigió hacia cada uno de los viajeros y les dio la cantidad de dinero que les había robado aquel hombre. Nada le quedó en su bolsillo excepto treinta reales. Ibrahim dijo, “estos treinta reales era el dinero que yo traía conmigo”. Todos quedaron atónitos y le preguntaron a Ibrahim de dónde había sacado ese dinero. Ibrahim respondió: “yo estaba parado cerca de la puerta del carro. Cuando el pirata tomó el dinero de la bolsa y lo puso en su bolsillo, se sintió seguro de que había cumplido con su acometido. En el momento en que se bajaba del carro, le robé el dinero de su bolsillo. Se bajó sin sentir nada. El carro se fue rápidamente para alejarse de ese lugar. Así que este es el dinero que el hombre les había robado”.
El caravanero continuó su narración diciendo: “lloré mucho. Luego Ibrahim me dijo que trajera el dinero de vuelta, ¿por qué lloras? Le conté lo que había visto en mis sueños y le dije, ahora entiendo por qué el Imam (P) me insistió en que te trajera en este viaje. Quería salvarnos del peligro por medio tuyo. Al oír esto, el rostro de Ibrahim cambió completamente y rompió en llanto. Continuó así hasta que arribamos a Mashhad y el domo de oro de la Santa Mezquita se mostró frente a nosotros. Allí dijo, “ata mis manos y pies y arrástrame hasta la Mezquita”. Cuando llegamos, hicimos lo que Ibrahim nos pidió. El se encontraba en un maravilloso estado de humildad y de arrepentimiento en su camino hacia la Sagrada Mezquita. Se arrepintió de manera maravillosa y real. Tiró el dinero que le había robado a aquella anciana. Le rogó al Imam Rizâ (P) que intercediera por él ante Dios para que le perdonara sus pecados. Los viajeros le bendijeron. Nuestro viaje terminó lleno de felicidad y regresamos a Aromía, excepto por aquel arrepentido que se había quedado a vivir en las afueras de la Mezquita”. 

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