Hoy en día, es raro encontrar en Estados Unidos y Occidente a una persona sin conciencia, lo que les permite permanecer en silencio e indiferente ante una de las peores atrocidades del siglo pasado: una tragedia que hasta ahora se ha cobrado más de 32.000 vidas en Gaza.
Según un funcionario de las Naciones Unidas, la tasa de matanzas en Gaza es la más alta del mundo desde el genocidio de Ruanda. Ahora, algunos individuos están expresando su oposición: uno autoinmolándose frente a la embajada del régimen sionista y protestando por la participación de su país en el genocidio, otro renunciando a un puesto clave en el Departamento de Estado de los EE.UU. y otro más participando en semanas de protestas. Protestas contra la guerra en las calles de Washington, Nueva York y San Francisco.
Sin embargo, del otro lado, tenemos el escenario del gobierno de Estados Unidos. Esta administración, en contra de los deseos de la mayoría de los estadounidenses, se ha enredado en la brutal masacre del pueblo de Gaza por parte del régimen sionista, hundiéndose en una profunda crisis.
Hace apenas unos días, en su discurso pronunciado el primer día del Año Nuevo iraní en 1403 d. C. (20 de marzo de 2024), el Líder de la Revolución Islámica, Imam Jamenei, brindó un análisis preciso del enfoque de la administración estadounidense hacia Gaza crisis, calificándola como “elegir la peor postura sobre la cuestión de Gaza”, y describió tres de las terribles consecuencias de su decisión equivocada.
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